Martha es una mujer joven, muy joven, que acudió a consulta con un propósito y un sueño, perder peso. Al interrogar su historia, a pesar de su corta edad, ella ya lo había intentado casi todo. Paso a paso, como si se tratara de una historia de ciencia ficción, nos relató las 40 “dietas” que había realizado para perder peso; la dieta de la Luna, la dieta de los 7 días, Herbalife, comer solo uvas y manzanas, hacer ejercicio en ayunas, comprar una caminadora, fajas de yeso, tomar jugo de nopal y suplementos “naturales”, tomar hormonas tiroideas (sin prescripción médica), acudir con 3 nutriólogos diferentes, un médico bariatra y múltiples gimnasios a los cuales… nunca asistió.
Martha adquirió malos hábitos alimenticios durante la infancia, los cuales continúa en su vida adulta. Un hábito (bueno o malo) se forma por una repetición constante sobre el tiempo.
Para Martha, alimentarse de forma poco saludable durante un tiempo prolongado terminó por grabarse en el disco duro de su cerebro, en forma de un hábito.
Los seres humanos somos y estamos formados a base de costumbres, los que norman nuestra conducta, son los hábitos.
El gran problema son nuestros hábitos, como un pasado sin retorno, soñar algo sin colocar una fecha límite para realizarlo, desear perder peso y no hacer nada para conseguirlo.
Luchar para cambiar un hábito es complejo, hay que luchar contra el peso de la costumbre, contra el peso de lo que “siempre se hace”.
En los últimos años, diversas ramas de la neurociencia cognitiva y la neuropsicología han argumentado que el cambio va mucho más allá de herramientas y recursos, depende casi por completo de transformar nuestra mente. El comportamiento humano depende de rutinas que ensayamos y fortalecemos a través de meses, años y hasta décadas, para que podamos liberar la energía cuando el cerebro la requiere en casos de procesos que necesitan más carga cognitiva (como la resolución de nuevos problemas).
Los esencial es darse cuenta… prestar atención de forma meticulosa a los hábitos y actividades que hemos realizado durante años, llevar a cabo una retroalimentación de lo que ha funcionado y lo que no a través del tiempo, qué es lo que impide que el sueño se haga realidad y se adquiera un nuevo hábito. Debemos prestar atención en la condición que debe corregirse.
Brindar una visión clara y magnética del futuro deseado, es la forma de ayudar al cambio. Importa conocer el por qué y nuestros motivos para desear el cambio. El pasado nos aporta el saber de la experiencia. La educación enseña la habilidad de hacer, nuestra actitud refleja la motivación.
Es en el presente cuando debemos colocar el ideal en la mente, en el corazón y ser perseverantes. Ya que, en la mente humana, al igual que en el campo, se cosecha, lo que se siembra. Creer que es posible, cumple con el efecto de creer que la fe mueve montañas.
Las ideas y los sueños
Al nacer una nueva idea en nuestra mente producto de la capacidad innata de creatividad que poseemos las personas de concebirla, nos brinda una orientación y un sentido hacia el tipo de hábitos que deseamos modificar, sin embargo, el factor clave que hará que la semilla crezca y prevalezca es que debe impregnarse en el corazón. Las ideas, los sueños y su surgimiento son importantes para conseguir una auténtica motivación cargada de emociones ya que nos coloca en el camino y velocidad exactos para alcanzar la meta.
La voluntad es el barco y el timón
Es el acto voluntario que se realiza con conocimiento del fin, después de reflexionar. Las fases del acto voluntario son:
Delimitar lo que se pretende hacer
Reflexionar lo que podemos y debemos hacer
Decisión, que elige como fin una de las posibilidades
Ejecución, que supone hacer realidad el fin decidido
Lograr la formación de un hábito:
Al inicio formar el hábito de alimentarse mejor, requiere voluntad (es decir, debemos decidirlo y esforzaros para realizarlo), pero después de un tiempo se genera una meseta en donde ya no hay aprendizaje y se convierte en algo automático.
Para que el nuevo hábito se repita constantemente se requieren dos ayudantes: el primero es un recordatorio y el segundo es una recompensa. Estos elementos son un poderoso equipo, que te motiva a repetir una determinada acción, hasta convertirla en un hábito.
A esto, se le conoce como regla de las 3 R´s y consiste en lo siguiente:
Recordatorio: Estímulo que inicia el comportamiento
Rutina: La acción ejecutada
Recompensa: El beneficio que obtienes luego de realizar la acción
La fórmula es sencilla sin motivación el hábito no se consolida.
Motivación + Repetición = Éxito.
Para adquirir un hábito hay que hacer las cosas bien, lanzarse de lleno, con una estrategia, no admitir excepciones, empezar de inmediato y realizar un ejercicio diario.
Después de todo la planificación es el vehículo que lleva los sueños a la realidad.
Te invitamos a cambiar tus hábitos, a nosotros nos importa tu salud, ¿y a ti?
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