Sandra es una paciente de 26 años que recibimos en uno de nuestros consultorios con un problema, ella había acudido a diferentes centros para controlar su peso, era disciplinada y hacía sus “dietas”, sin embargo, al hacer esto, dejaba de salir con sus amigos, ya que la “dieta” y el menú de los restaurantes no se ajustaban a sus planes. Y así transcurría su vida… hacía dieta y bajaba de peso, después salía con sus amigos y recuperaba el peso perdido, se sentía culpable por no poder empatar la pérdida de peso con llevar su vida normal… y feliz.
Efectivamente… “las dietas” no funcionan. Duele decirlo, ya que la gran mayoría de opciones que se ofrecen como tratamiento para la obesidad, se centran en ellas. Y efectivamente, modificar la alimentación es fundamental para tratar el sobrepeso, sin embargo, “las dietas”, no funcionan, porque es imposible hacerlas, para toda la vida. Se puede perder con ellas una gran cantidad de peso, es posible verse mejor, modificar el contorno corporal o ganar salud, pero no será por mucho tiempo.
Las dietas funcionan, hasta que los inconvenientes aparecen. “Pizza para cenar, sólo había pan dulce en mi casa, salgo a comer muchas veces a la semana fuera de casa, mi esposa es la que prepara mis alimentos” son sólo algunos de los motivos que convierten a una “dieta” en un plan, no sostenible a largo plazo.
Modificar el estilo de vida es imprescindible para que la pérdida de peso sea sostenible y la vez, permanente. Aprender a comer bien, realizar actividad física y aprender a llevar una vida normal y disfrutable es imprescindible, en el tratamiento.
¿Qué puedes hacer?
Sé un controlador
Busca por internet o visita los diferentes restaurantes de tu localidad, revisa sus menús, precios, diferentes tipos de alimentos que ofrecen, el ambiente y elige cuál se acomoda mejor a tus necesidades.
Si el restaurante tiene un sitio de internet, revisa el menú en línea para que consideres tus opciones. Mira si algún aperitivo podría ser bueno como entrada. Es bueno elegir las entradas del menú o el menú infantil, y a que tienen menor tamaño, y en la mayoría de los casos, la porción adecuada para un adulto. Compartir el platillo con un amigo, también es una excelente opción que ayudará a ahorrar y a cuidar tu figura.
No sientas vergüenza de sugerir, cuando salgas con tus amigos o familia, el mejor restaurante acorde a tus necesidades.
Haz ejercicio esa mañana
Hacer ejercicio por la mañana traerá a tu vida incontables beneficios, te sentirás mejor, relajado, enfocado, lleno de energía y a la vez, quemarás algunas calorías extras para prepararte, antes de salir a comer fuera.
No tengas miedo, disfrútalo
Planea comer algo que normalmente no preparas en casa, convierte tu comida en una ocasión especial, y tu miedo… en emoción.
Al llegar al restaurante
Toma tu asiento, empuja la canasta de pan, galletas o totopos a un lado de la mesa o mejor aún, pídele al mesero que se la lleve, así habrá menos tentaciones. Después de todo, las galletas y el pan en la canasta, no son especiales, son comunes y no valen la pena.
Ensaya mentalmente las decisiones que tomarás, pedir algo especial para la comida o comer muy sano para después deleitarte con un postre.
Pide un vaso con agua y asegúrate de terminarlo antes de que llegue la comida. Además de tu bebida “regular”, pide agua mineral y da pequeños sorbos cada 5 o 10 minutos, eso ayudará a que comas más despacio e incrementará la sensación de saciedad.
Toma buenas decisiones y mantente alejado de aquellas opciones que son fritas, empanizadas o crujientes. Busca en tu menú las opciones que son “asadas, a la parrilla, cocidas, o la jardinera”.
Además de tu platillo, pide una ensalada o que lo acompañen con verduras y cómetelas, es una excelente forma de llenar tu plato y mejorar tu salud. Sin embargo, ten cuidado con los crutones y el aderezo para ensalada, por lo regular, tienen demasiadas calorías innecesarias, que es mejor emplear en un postre o algo que realmente disfrutes.
Recuerda que el cerebro puede tardar hasta 20 minutos en procesar e identificar la sensación de saciedad, así que come lo más despacio que puedas. Corta tu porción en pequeños trozos, saborea y degusta con calma cada bocado.
Deléitate con el postre y compártelo, pide más de un tenedor.
Si elegiste en el menú una opción incluida fuera de las entradas o los platillos infantiles, lo más probable es que tenga grandes porciones, mucho mayores de lo que tu organismo necesita, de ser posible, pide la mitad, para llevar. Llevarte la mitad de tu platillo a casa, es una gran idea, te solucionará la vida en otro momento en el que no tendrás que cocinar, además de que podrás disfrutarlo en casa y recordar la ocasión.
Adelante, sal de casa, come fuera, disfruta tu vida, que no fue hecha para vivir a dieta. Salir a comer es mucho más que la comida, enfócate en el ambiente, en tu compañía y en la ocasión. Cuando salgas a comer a un restaurante, no lo dejes a la suerte y recuerda… en Be Tell Care conocemos las situaciones a las que te enfrentas en tu proyecto de pérdida de peso o mejora en la calidad de vida… permítenos ayudarte.
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